EL AÑO PERDIDO

Actualidad

EL ANO PERDIDO

Mar 3, 2021 | Actualidad | 0 Comentarios

Ya se va a cumplir un año desde que el gobierno decretara el estado de alarma.

“Quince días”, dijo el presidente y todos nos metimos en casa, con más miedo que vergüenza, a pasar aquella quincena que en aquel momento nadie preveía tan larga. Fueron días muy duros en todos los sentidos. No estábamos acostumbrados a un encierro semejante y poco a poco nos fuimos acostumbrando. Aprendimos mucho de enfermedades, virus, curvas, picos de pandemia, procesos de vacunas, estudios epidemiológicos y datos, muchos datos.

Hacíamos colas en el supermercado, la farmacia y el estanco, que eran los únicos que permanecían abiertos. Aprendimos también a manejar mucho mejor internet y nos sacamos un máster en video-llamadas para estar más cerca de nuestros seres queridos y amigos.

Salíamos a las ocho a aplaudir a los sanitarios en agradecimiento a sus esfuerzos y las policías locales felicitaban a toque de sirena los cumples a los niños por las calles de muchas ciudades.

Se nos pidieron esfuerzos personales y económicos y ahí estuvimos. Los días cada vez más largos, con la llegada de la primavera, se hacían cada vez más largos también. Quien tenía un balcón, una terraza, un balcón, un patio o un jardín tenía el mayor tesoro del mundo.

Pero solo el ciudadano de a pie hacía esfuerzos. Si nos cambiaban los protocolos aceptábamos sin más y cumplíamos como borregos. Mientas nuestra economía, cada vez más mermada, empezaba a ahogarnos, no veíamos reciprocidad en nuestros políticos. Ellos no renunciaban a sus sueldos, ni a sus viajes, ni siquiera a actos institucionales, en ocasiones, fuera de nuestro país.

Los veíamos reír en televisión cuando la gente casi había olvidado cómo se hacía eso y la indignación se volvió cada vez más fuerte. Pero entonces oímos a nuestro presidente decir poco menos que la pandemia estaba casi vencida. Que el virus estaba ahí y que aunque no teníamos que perderle el respeto sí el miedo.

Nos animó a salir de vacaciones y a reactivar la economía, cosa que por otro lado era casi más necesaria para su ejecutivo que para los propios empresarios. Abandonó a las CCAA a su suerte y desde mi punto de vista se desentendió de la pandemia. Y entonces empezó el caos.

Todo lo que habíamos avanzado permaneciendo en casa se diluyó por salvar el verano, ese que no salvamos en absoluto, y que nos llevó, una vez más a cifras de contagios y muertos insoportables para el país. Había 17 protocolos distintos para combatir la tan traída y llevada segunda ola y ninguno parecía funcionar correctamente.

Y volvieron a pedirnos esfuerzos extras, y volvimos a hacerlos porque no nos quedó otro remedio. Ahora los ciudadanos cada vez más agotados empezaban a pedir responsabilidades y un poco de empatía y empezaron las protestas, las concentraciones e incluso la rebeldía de algún propietario que se negaba a acatar tanta norma y tan pocas ayudas.

El panorama cada vez más revuelto nos lleva al mes de diciembre y a la pesadilla más absoluta en enero y febrero. ¿Y ahora qué? ¿Habremos aprendido algo de los errores del pasado? ¿Haremos nosotros las cosas mejor que nuestros políticos? El hartazgo es perceptiblemente claro pero me vais a permitir una pequeña licencia.

Yo, como cualquiera de vosotros, tengo mis días malos, pero hace ya tiempo que no dejo que me afecten demasiado. Cuando algo me pone “plof” procuro buscar en ese algo aquello que me molesta y le doy una vuelta. Me gusta esta expresión “darle una vuelta” porque casi todo tiene otro punto de vista. Me paro, me sosiego, cojo aire y pienso, y casi siempre encuentro el modo de hacer las cosas de otra manera.  De tomarme las angustias con una perspectiva distinta. Eso me da alas para afrontar la vida con más ilusión, y os digo que en los tiempos que corren es muy necesario.

Como siempre, mucho ánimo y un fuerte abrazo.

portrait square 09

Escrito por Ana Bravo

Eventos Relacionado